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sábado, 1 de octubre de 2011

Beneficios de la natación en bebés y niños pequeños


   "Entre los principales hallazgos obtenidos en el estudio hemos podido comprobar la gran cantidad de beneficios que reporta esta actividad al bebé y entre las que cabe destacar, el importante desarrollo psicomotor; adquiriendo una mayor coordinación motriz, localización propioceptiva e integración kinestésica, además de facilitar movimientos y experiencias motrices que le conduzcan a un aumento del repertorio motor. Asimismo, ayuda al fortalecimiento del sistema cardiotorácico, aunque, no obstante es trascendental destacar la regulación del tono muscular, muy importante para la estática, el equilibrio y el movimiento y en último termino se obtiene una mejora de las relaciones afectivas entre los padres y el infante."

   Es necesario recalcar el aumento del desarrollo de la capacidad intelectual, ayudando a los niños a ser más creativos y observadores, por lo que la literatura consultada recomienda la práctica de esta actividad durante los primeros meses de vida del infante.
   La natación para bebés es uno de los mejores métodos de estimulación temprana, ya que, en un ambiente de juego y placer, aporta beneficios importantes sobre el bebé debido a los componentes físicos (agua, movimiento, calor) que contiene esta actividad.

   Lo que llamamos natación para bebés poco tiene que ver con el nadar, o al menos con lo que la mayoría de personas entienden por aprender a nadar, ya que este planteamiento no se podrá lograr hasta los 4 ó 5 años debido a que los niños no tienen, generalmente, un nivel suficiente de desarrollo para desplegar autonomía en el agua y adquirir los movimientos de la natación. Por lo tanto, hay que aclarar que, una cosa es el disfrute y el deleite y otra muy distinta aprender a nadar. No obstante los bebés menores de un año se adaptan al agua más rápidamente que los niños mayores. El miedo al agua se adquiere conforme el niño va creciendo, así pues, mientras más tiempo esté apartado del agua, probablemente desarrollará sentimientos de desconfianza y hasta fobia, que posteriormente dificultarán en muchos de los casos, el aprendizaje de la natación.


   A los bebés parece no molestarles demasiado el medio acuático, al contrario, el rostro de felicidad refleja lo grato que les resulta el chapuzón. Y es que para ellos el contacto con el agua es, sin duda, una de las formas más divertidas de estimulación temprana, además según diversos autores la entrada en contacto con el medio acuático, no supone un gran impacto para el niño, ya que, es un medio al que el bebé esta habituado debido a que las características físicas del agua y su parecido con el útero materno durante el embarazo, por lo que no es extraño que después de pasar  nueve meses en un ambiente líquido se sientan como “pez en el agua” cuando entran a una piscina. Ahí se mueven libremente, ejercitan su musculatura, desarrollan su motricidad gruesa y la confianza en sus capacidades.


   Los recién nacidos están perfectamente dotados de una variedad de reflejos que hacen posible el progresivo desarrollo de una conducta adaptada al medio en que se desenvuelvan, en este caso el agua. Limitar las experiencias del primer año a la estancia en la cuna o en el cochecito de paseo significa reducir el desarrollo tanto físico como intelectual del bebé, en un período crítico de su vida. De este modo, todos los psicólogos y pedagogos reconocen la importancia de los primeros años en la vida del individuo y, a pesar de ello, seguimos sin prestar la atención necesaria hasta la entrada en la escuela.


   El objetivo más importante de esta actividad se centra en reforzar el vínculo de amor y confianza entre la madre/padre y el bebé, haciendo que ambos compartan una experiencia original, única e irrepetible, fortaleciendo la relación afectiva y cognitiva entre bebé-mamá-papá. También se van a crear situaciones de juego dentro de un ámbito lúdico y recreativo y además tiene otros muchos beneficios de carácter físico sobre el bebé, que repercutirán muy positivamente en la formación del infante, ya que, el agua es un gran medio para realizar la estimulación temprana en el niño. Los bebés se sienten seguros y disfrutan, debido en gran medida a que sus padres concentran su atención en ellos, por lo que, su sentimiento de independencia y autoconfianza aumenta, factores que pueden fomentar un incremento en su inteligencia.

 
Edad para la práctica

   La edad para comenzar la práctica de esta actividad no esta definida, no obstante, es conveniente esperar hasta el cuarto mes de vida, ya que a esa edad termina de madurar el sistema inmunológico del bebé y las posibilidades de resfriados e infecciones como la otitis, se reducen notablemente, aunque por lo general se empieza con lactantes de edades a partir de 6 semanas. Los niños de esta edad todavía no son capaces de realizar  todos los ejercicios del programa del curso, pero los aprenden pronto. Hasta entonces se practica más la familiariza­ción con el agua y los ejercicios que el lactante puede efectuar. Aunque es muy importante destacar que al final del primer año de vida es demasiado tarde para el inicio­ de la natación para bebés, ya que el reflejo de protección de la respiración ya ha involucionado.


CONCLUSIÓN

   Entre los resultados de interés encontrados es importante destacar el aumento del coeficiente intelectual hasta en 14 puntos con una correcta estimulación prenatal y postnatal además de los otros muchos beneficios redactados anteriormente. Por lo que concluimos que la práctica de esta actividad se ha convertido en los últimos años en una de las más utilizadas para la estimulación temprana postnatal tanto en infantes con patología como sin ella.

AUTOR
Antonio Bretones Fernández
Diplomado en fisioterapia

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